26/04/2020 Cuadragesimocuarto día.
Los niños ya pueden salir a la calle. Se les permite a los
que tienen edades comprendidas entre un día y catorce años, y siempre
acompañados por un adulto. Yo entiendo que hay que acotar por edades los
periodos de la vida humana, por motivos burocráticos entre otros, pero cada vez
resulta más complicado. No hace tanto, era habitual leer en los periódicos
noticias que hablaban de trágicas muertes de ancianos de sesenta años. Yo me
acerco a esa edad y si yo soy un anciano -algo que, por otro lado, me la trae
al pairo- qué serán mis padres. Lo digo por lo de los catorce años. Cierto es
que a esa edad uno suele estar muy atontao, pero también que el aspecto de
algunos no invita a llamarles niños. Yo no tuve un crecimiento precoz. De
hecho, antes de acabar de crecer he empezado a menguar. Pero tenía compañeros
de clase que a los catorce lucían bigotes que ya los quisieran para sí Stalin o
el Káiser Guillermo. Había que ver cómo se los atusaban delante de las niñas mientras
le pegaban caladitas al Ducados. Yo, que como digo no fui precoz en ningún
sentido, a los catorce ya había visitado un par de paraísos artificiales. También
es verdad que hoy por hoy a nadie se le ocurriría darle un cigarrillo a un niño
en una boda (¡un día es un día, qué coño!), un culito de vino en la comida o
café granizado a litros después del postre. Los tiempos han cambiado. Y los
catorce ya no son lo que eran.
P.D: Dicen que si todo va bien nos dejarán salir a dar una
vuelta a partir del próximo dos de mayo, dentro de seis días. Creo que la playa
queda dentro de mi radio permitido de acción. ¡Qué ganas!
Nos veremos por la playa
ResponderEliminarDios te oiga.
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