18/04/2020 Trigesimosexto día.
Ayer oí chillar a los vencejos que anticipan el verano. Hoy
truena, llueve y hace fresquete. Así, como el tiempo, oscila mi ánimo, como un
péndulo, entre la pereza de una tarde de sábado y la inquietud de un futuro que
se vislumbra poco acogedor.
Siento mucho este breve instante de bajona que voy a
extirpar de inmediato con unos taquitos de queso y un vaso de tinto…
Creo que no ha sido suficiente. Me voy a servir otro vinín y
quizá algo de jamón…
Mucho mejor.
Si se piensa, lo del verano está sobrevalorado. Yo sudo
mucho por las noches y hay gente devorada por el violento mosquito tigre. Y,
por otra parte, por qué preocuparse de un futuro incierto que no adivino y
sobre el que no puedo decidir.
Hay que ver lo que se ahorra uno en loqueros y lo que se
gana en sobrepeso y cirrosis con una despensa selecta y una bodega abastecida.
Otro vasito, unas rodajitas de fuet y a esperar, que ya no
queda nada para la cena.
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