sábado, 6 de junio de 2020

Aliento


06-05-2020 Muchos días ya.

Los aromas y los sabores nos traen recuerdos. Yo recuerdo vívidamente el aliento del cura que me confesaba en el cole. Como era un colegio laico y no había capilla, nos confesaba sentado en una silla mientras los niños nos postrábamos de hinojos como a punto de hacerle una felación. “Ave María Purísima”, nos decía, y nosotros contestábamos “Sin pescado en la cocina”. Entonces le contábamos lo de siempre, que si he mordido en el lóbulo a Abelardo “Tío Petardo”, que si he amenazado a mis padres con un cuchillo jamonero, que si me he pajeado pensando en el profesor de Química… Vamos, lo de siempre. Y cuando terminábamos de soltar toda esa sarta de insensateces, el Padre acercaba su orondo careto al nuestro y nos imponía la penitencia: “Mil Padrenuestros, doscientos Credos y otros tantos Avemarías. Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti Amén”, al tiempo que expelía su hálito mefítico en nuestras napias. Se trataba de un hedor contradictorio, entre acre y dulzón, una mezcla repugnante de café con leche, brandy y tabaco negro sin filtro. Nunca lo olvidaré.

En estos días de paseo con mascarilla imagino al Pater inhalando su propio aliento y cayendo redondo en la acera. Con lo fácil que hubiera sido comprarse un colutorio.



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