Pablo Hasél
dice ser poeta y rapero. Bueno, Pablo Hasél es poeta y rapero, porque basta con
que digas ser lo que se te ocurra para inmediatamente serlo. Tal y como están
las cosas, por ejemplo, tienes derecho a ser madre aunque los cojones te
cuelguen hasta las rodillas. Pablo Rivadulla, nombre de pila del rapero,
escribe poemas. Busco en internet y me encuentro con estos versos inspirados,
imagino, por el estro:
“No me da pena tu
tiro en la nuca, ‘pepero’. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena
tu tiro en la nuca, ‘socialisto’. Me da pena el que muere en un andamio”
“Mira a los puercos del PSOE comiéndosela a la
monarquía. Los dispararía uno a uno, sería
oportuno, algo mejoraría”
“¡Merece que explote
el coche de Patxi López!”
“Pienso en balas
que nucas de jueces nazis alcancen”
“¡Que alguien clave
un piolet en la cabeza a José Bono!”
“Quienes manejan los hilos merecen mil kilos
de amonal”
Y
otros que aluden a la Familia Real española desde la metáfora sutil:
“Voy a decir como Corina: guillotina”
“Si Froilán se
disparó en el pie siendo menor de edad igual ahora que es mayor de edad va a
disparar a toda la Familia Real”
“Los parásitos
de los Borbones siguen de trapis con los decapitadores de los homosexuales”
No quisiera darme pisto, pero vengo cagándome en la Familia Real, de
viva voz o por escrito, desde el setenta y cinco del siglo pasado. Mi padre
pensaba que me iban a enchironar pero, desafortunadamente, nunca tuve tantos
seguidores como Rivadulla, por lo que perdí la oportunidad de convertirme en un
mártir y el dolce far niente carcelario. Vamos, que a partir de este momento sé de lo que hablo.
Al poeta y rapero Hasél lo han metido en la cárcel porque, según el
Supremo y tras algún recurso:
“No queda la conducta
amparada por la libertad de expresión o difusión de opiniones invocada por el
acusado y su defensa, en el entendido de que a los fines del terrorismo
resultan extraordinariamente útiles y valiosas las aportaciones de quienes,
como el recurrente, ensalzan las acciones, justifican
la violencia y expresan simpatía frente a la eliminación
física del disidente. No se trata, como se pretende en el recurso, de sancionar
penalmente una discrepancia respecto de la ideología política o social de
otros, sino, dada la forma en que se exterioriza y expresa la discrepancia, de
penar la incitación, la provocación y el riesgo que genera de que terceras
personas, enardecidas por esas expresiones, retomen la violencia".
La sentencia está bien redactada y supongo
que se ajusta a la ley. Otra cosa es que no esté de acuerdo con la ley y sí con
Íñigo Errejón, el único político al que he oído discrepar con sensatez. Íñigo
opina, como yo, que cualquier gilipollas tiene derecho a decir lo que le
apetezca. En eso consiste la libertad de expresión. En ningún caso se pueden
perseguir las ideas, vengan de donde vengan. Ahora, eso sí, sin refugiarse bajo
el paraguas de la expresión artística y, sobre todo, sin hacer distingos.
En lo referente a la expresión artística he de decir que
nunca he tenido claro cuáles son sus reglas. El tiempo de la técnica y de la emoción
fue sepultado bajo la iconoclastia de las vanguardias históricas. Duchamp firmó
con seudónimo e ironía un urinario y lo declaró obra de arte porque él, como
artista, así lo había decidido. Y desde ese momento todo vale. Si Pablo Hasél
dice ser poeta es porque lo es. Siempre habrá quien disfrute de sus poemas y
quien justifique sus desvaríos. Así se cierra el círculo. Y si Pablo Hasél
quisiera ser madre, quién sería yo para quitarle la ilusión.
Quiero insistir en mi idea de que cualquier gilipollas
tiene derecho a decir gilipolleces, aunque me parece que parapetarse tras el
escudo del arte no es más que una excusa. Yo prefiero a los que hacen política mintiendo
y sobornando a pecho descubierto, Me explico. De un par de siglos a esta parte,
el artista parece forzado a tomar partido ideológico y poner su obra al
servicio de la causa. Viví un tiempo en el que los artistas estaban obligados a
luchar contra una dictadura. Los artistas gastaban coderas en la chaqueta de
pana, bufanda adornada de caspa y sarro denso en los dientes. Los artistas
plásticos, los escritores, los cantantes, los ilustradores, los humoristas
gráficos y muchos otros regateaban con ingenio a la censura o se enfrentaban a
ella con valentía. Algunos, incluso, supieron navegar la ola vanguardista sin
perder su carácter reivindicativo. Este país les debe mucho, muchísimo. Pero su
momento crepuscular llegó tras la muerte del dictador. Los más inteligentes supieron
reciclarse. Otros, se agostaron. Yo, que tenía doce años, me subí al tren del
colorín lisérgico y la alegría. Ese movimiento, fruto de la incipiente
democracia, quizá fútil, banal y hasta nihilista, instaló al país en la
modernidad (signifique lo que signifique el término). Mirábamos con curiosidad
de puertas para afuera y disfrutábamos de nuestro nuevo lugar en el mundo, más
allá de la grisalla, el Polil y el chicle Dunkin. Por eso me llama la atención
que los jóvenes progresistas amenicen sus acampadas con himnos “progres” del
año de la rubeola como “Al vent” o “L’estaca”. Apestan a urinario grafiteado de
estación de autobuses, a esmegma, a flit y a moscas ahogadas en un porrón.
Dos amigos de mi padre, simpatizantes socialistas,
murieron asesinados por los nacionalistas racistas (valga la redundancia) de
ETA. Eran profesores y buena gente. Ahora se les llamaría “buenistas” como
sinónimo de pardillos. Quizá lo fueran. Uno piensa que educar en casa y formar
en las escuelas evitará que en el futuro se arreglen las cosas a hostias. Nunca
será así si los políticos alientan la violencia. En ese sentido, resulta
chocante que Echenique, carne de cañón por su discapacidad, arengue a las
hordas antisistema a destrozar escaparates de currantes y a quemar contenedores
y mobiliario urbano que pagan sus padres a cuenta de sus sueldos. Hasta a atizar
a periodistas y a quemar sus despachos, curiosa manera de defender la libertad
de expresión. En un estado neofascista o neoestalinista, él sería el primero en
caer de cabezón por un acantilado. Gracias a imbéciles como Echenique crece la
ultraderecha de mierda en España.
Echenique es portavoz de un partido al que el poeta Hasél
ha dado caña. Rivadulla no deja títere con cabeza. Pero Echenique y el
presidente de su partido, que no duda en calificar la democracia española como
deficiente (como lo son todas), apoyan los disturbios desde el gobierno al que
han llegado mediante esa democracia poco plena. Nunca, en ningún caso, quisiera
convertirme en un hater semántico,
pero alguien que confunde el significado de “infringir” con el de “infligir” no
puede ser vicepresidente ni de su escalera de vecinos. Ni mucho menos del
gobierno de una nación. Y, desde luego, no cabe alentar a la turbamulta por
cálculos electorales o por la mala conciencia de haber accedido al poder, tan
deseado por otra parte. Ni abjurar de los policías que atizan a quienes les
agreden pero palmear la espalda de los guardias civiles que protegen de
escraches la valla de su chalet.
Leí hace años una historieta del Ivá sobre este tema. Ivá
fue un gran comiquero y un tocapelotas sin igual. En apenas dos páginas contaba
la evolución de un comunista español elegido eurodiputado. En el mitin en el
que se despedía de sus compañeros de partido, el joven eurodiputado prometía
defender los derechos de la clase trabajadora desde Bruselas. Como símbolo de
su lucha se anudaba una corbata roja. Su madre se despedía de él dejando caer
unas lagrimitas y preparándole un bocata de chorizo envuelto en Albal. En el
avión, el eurodiputado bisoño conocía a un colega, también español, que viajaba
en primera. Este le invitaba a acompañarle a la parte noble del avión. Ahí,
bebían champán y comían jamón del bueno a cuenta de sus cargos. Lo primero que
hacía el joven eurodiputado al aterrizar en Bruselas era tirar la corbata roja
y el bocata de chorizo a una papelera del aeropuerto. Dos curritos españoles,
que pasaban por ahí con sus monos de limpieza y sus escobas, se encontraban la
corbata y el bocata. “¡Ostia tú! ¡Qué corbata má guapa!” -decían- “¡Y vaya
peaso de bocata de choriso! Es que la gente no sabe disfrutá de lo güeno”.
Me da a mí que estos podemitas andan lost in translation y que, entretanto y de mudanza, disimulan
confundiendo a los currantes que les votan con subnormales desfaenados que los
apiolarían si los tuvieran a tiro.
En cuanto a ser antisistema, término ambiguo donde los
haya, intuyo que no es un colectivo homogéneo y que hay quien lo utiliza a su
conveniencia. De hecho, los antisistema son los primeros en quejarse de lo mal
que funciona la seguridad social cuando se resfrían. Comprendo el hastío de
quienes no tienen trabajo y que no encuentran solución en el sistema actual. De
hecho (ya lo conté por ahí debajo) yo no pienso votar nunca más “enmiputavidaquemequeda(poca)”.
Pero en estos grupúsculos abundan los violentos vocacionales, psicópatas
tarados que disfrutan repartiendo estopa. Gilipollas, en suma, que reparten
hostias por gusto o por odio conveniente, saqueando tiendas con ropa de marca o
atizando a los que testifican en su contra (vease Pablo Rivadulla vs periodista
de TV3 y Rivadulla vs testigo de juicio en su contra). En resumen, simples
delincuentes aprovechados.
Anoche escuché en la radio a una tipa del partido del
vicepresidente Pablo Iglesias. No recuerdo quién era, pero decía que había más
presos por motivos ideológicos en España que en Irán. Me remito a la página de
Amnistía Internacional, poco dada a tonterías:
“Las autoridades
reprimieron con dureza el derecho a la libertad de expresión, de asociación y
de reunión. Las fuerzas de seguridad emplearon medios letales de manera
ilegítima para sofocar las protestas, mataron a cientos de personas y
detuvieron arbitrariamente a miles de manifestantes. Las autoridades detuvieron
de forma arbitraria a más de 200 defensores y defensoras de los derechos
humanos y en muchos casos les impusieron penas de cárcel y flagelación. Una
nueva ley permitió a las mujeres iraníes casadas con extranjeros transmitir la
nacionalidad iranía a sus hijos e hijas, pero las mujeres seguían sufriendo
discriminación, y las autoridades intensificaron la represión contra las
defensoras de los derechos de las mujeres que hacían campaña contra la legislación
relativa al uso obligatorio del velo. Las minorías étnicas y religiosas sufrían
una arraigada discriminación. La tortura y otros malos tratos, incluso mediante
la negación de atención médica, seguían siendo generalizados y sistemáticos, y
se cometían con impunidad. Se aplicaban penas judiciales crueles, inhumanas y
degradantes.Decenas de personas, varias de las cuales eran menores de 18 años
en el momento del delito, fueron ejecutadas, a veces en público. Se vulneró de
forma sistemática el derecho a un juicio justo. Las autoridades iraníes
persistieron en cometer el crimen de lesa humanidad de desaparición forzada al
ocultar sistemáticamente la suerte y el paradero de varios miles de personas
que habían sido ejecutadas extrajudicialmente y en secreto en la década de 1980
por su disidencia política”.
Igüalico, igüalico que en Lérida
El otro día, tomando café, un buen amigo
me dijo que hubiera ido a la manifestación pro Hasél porque en España no hay
una democracia plena. Bien, voy a darle la vuelta a los poemas de Rivadulla
pero cantando, porque así todo vale y contaré con el apoyo de mis colegas
artistas:
“No me da pena tu
tiro en la nuca, ‘rapero’. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena
tu tiro en la nuca, ‘puerco Hasél’. Me da pena el que muere en un andamio”
“Mira a los puercos de Podemos comiéndosela al muerto
Chávez. Los dispararía uno a uno, sería oportuno,
algo mejoraría” (sic el “los”).
“¡Merece que explote
el coche de Pablo Iglesias!”
“Pienso en balas
que nucas de jueces nacionalistas alcancen” (sic construcción
lamentable).
“¡Que alguien clave
un piolet en el cabezón de Pablo Echenique!”
“Quienes
manejan los hilos merecen mil kilos de amonal” (literal).
En lo que se refiere a los Borbones, pensé en
copiar y pegar todo lo que he escrito hasta hoy, pero es mucho y me da pereza.
Creo que sobra decir, cada vez con menos ganas, que me cago en el Rey Juan
Carlos I y en toda su progenie. Pero también en el puto poetastro rapero Hasél,
vergüenza del soul, de la literatura y de la democracia.
Por cierto, amigo, te quiero mucho. ¡Viva John
Coltrane!
P.D: Durante la redacción de este artículo se sacrificaron miles de
neuronas a cuenta de la escucha de un par de temas del rapero Hasél. Y no ando
sobrado de ellas.
👏🏻👏🏻👏🏻
ResponderEliminarCon tu permiso, se lo daría a leer a más de uno... Genial como siempre Antonio! estoy disfrutando de todos tus escritos.
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