11/04/2020 Vigesimonoveno día.
Los hay que piensan que esto no va con ellos. Ayer un tipo
montó una fiesta en su pisito a la que acudieron veinte o treinta amiguetes.
Algunos iban disfrazados. El anfitrión, que además oficiaba de dj y rapeaba con
micros y altavoces, era el Arzobispo de Granada. Y su pisito, la Catedral. La
Autoridad Humana, tocada de tricornio, se personó en el lugar de los hechos y
disolvió a la parroquia, no sin que previamente su Excelencia Reverendísima, ungida
por la Autoridad Divina, impartiese la comunión entre los fieles rebeldes.
No entraré, por obvio, en el papel de Dios cada vez que se
extiende una plaga que castiga los pecados de los hombres (que, no lo
olvidemos, estamos hechos a su imagen y semejanza). Pero esta vez se le ha ido
la mano. Los virus siempre se han cebado con los pobres, aquellos que
resignados en la tierra alcanzarán el Reino de los Cielos. Pero los virus o
similares tendían a matar a lo más inmoral del segmento, a saber: ateos, negros,
puteros, yonquis y maricones. O todo a un tiempo. Pero Hombre, ir a por los
viejos está muy feo. A mí, la verdad, no me gustaría estar en el pellejo de
Dios. Ya lo dijo Schopenhauer: “Hay que ser muy Hijo de Puta para ser Dios”.
Bueno, la cita no es del todo exacta, pero el concepto se entiende.
“Eloí, Eloí, lamá sabactani”, dijo Jesús cuando vio que su
Padre, que era Él, le dejaba morir. Supongo que todo tiene una explicación
razonable. Es probable que diez años de la asignatura de Religión obligatoria
no me desasnasen lo suficiente. Puede que se deba a que los curas que lo
intentaron no fuesen de fiar: uno descreído, otro pederasta y el último, ultra.
O puede que yo sea un cretino. Ahora, eso sí, siempre he adorado la imaginería
católica. No tiene igual. La partida de la estética la ganaron desde el primer
día. No hay nada comparable al arte cristiano ni al católico en particular. Aunque
no creo que medio folio dé para resumir mi admiración devota por tanta belleza
creada a su rebufo. Ni una vida, quizá. Baste con decir que el puto bicho Covid,
sin ir más lejos, es hermoso. Se parece a los marcianos con orejas de trompeta que
invadían la Tierra en mis tebeos infantiles. Y es que una cosa es la estética,
la espiritualidad o el número phi y otra el Arzobispo de Granada.
P.D: Sé que la monarquía y la religión son terreno abonado,
pero es que se ponen a tiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario