19/04/2020 Trigesimoséptimo día.
Buscaba unos prismáticos baratos que deben andar por alguna
parte. Me los regalaron hace un montón de años dentro de una bolsa de promoción
que contenía unos cuantos trastos de plástico. Los quiero para observar a las
aves que rondan mi balcón. Es mentira. Desde mi balcón, que da a una avenida, sólo
se ven palomas, tórtolas, vencejos y alguna gaviota que se los come. Por aquí
no se acercan ni los mirlos ni las cotorras ni los pocos gorriones que
sobreviven en un entorno que cada vez les es más hostil. En realidad, los
quiero para mirar un poco más allá de mi paisaje habitual que es amplio pero
finito. Y poco más, porque yo la vida de los otros prefiero imaginarla antes
que conocerla.
En el primer cajón que he abierto me he encontrado unas
fichas plastificadas con un montón de ilustraciones de especies del
mediterráneo. Son muy completas, porque además del dibujo del animal y sus
nombres en latín y vulgar, te explican en qué medio y a qué profundidad
encontrarlos, si son mamíferos, la diferencia de tamaño y colores entre machos
y hembras y si son urticantes o peligrosos. Estas fichas se las regaló mi amigo Ramón a mi
hijo cuando empezábamos a bucear juntos. A pesar de toda la información que
contienen, son de un tamaño reducido, de
unos veinte centímetros de alto por diez de ancho. Están impresos por ambas
caras y llevan una perforación para que puedas atártelas a la muñeca o al
cordón del bañador. Mi hijo y yo nunca las utilizamos de este modo, porque
siempre buceábamos a pulmón y resultaba engorroso. Ahora bucear a pulmón se
llama snorkeling que es un nombre de
mierda. Lo que hacíamos nosotros era señalar a los peces, memorizar su aspecto
y consultar las fichas cuando salíamos arrugados del mar. A lo tonto, acabamos
por reconocer una cantidad importante de bichos: salmonetes, gobios, serranos,
salpas, obladas, lubinas, mojarras, fredis, sargos, congrios, pulpos, erizos,
estrellas, calamares, cangrejos, quisquillas, medusas, langostas y muchos
otros.
Todo este asunto me ha dado que pensar unos segundos. ¿Y si
saco un ratito para estudiar más en profundidad las especies del mediterráneo?
En internet se encuentra todo el saber y todo el mundo defiende las bondades
del estudio online, así que ¿por qué
no?
La respuesta es porque no.
De los prismáticos, ni rastro.
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