martes, 21 de diciembre de 2021

A tumba abierta


Me han contratado de boy en la discoteca Penélope Senior de Benidorm. Tengo que bailar semidesnudo dentro de una jaula. Me indican que he de quitarme el pañal y eso me preocupa, pero me aseguran que cubrirán el suelo de la jaula con las páginas salmón del periódico.

Penélope Senior es chachi dabuti. Aquí viene lo más pendenciero y transgresor de la generación. No hay más que fijarse en las sillas de ruedas motorizadas, todas ellas tuneadas, que son motivo de admiración en el parking de la disco. Algunas son biplaza, por si el motero liga y deja a la chati de vuelta en la puerta de la residencia. Es también en el parking donde El Teclas, dos dientes sí uno no, trapichea con la Viagra muy cortada que esconde en el tubo de la muleta.

Nunca he sido muy de discotecas, y menos de bailar semidesnudo en una jaula. Además, desde que me operaron de la hernia parezco una striper vieja con cesárea. Pero las condiciones laborales son irrechazables e incluyen las copas de lumumba, sanfrancisco o de delicioso pipermín.

Y la de experiencias inolvidables que me llevaré al purgatorio que, por lo que aprendí de los curas, es el lugar adonde vamos los tibios, los ni fu ni fa. Aquella matiné, sin ir más lejos, en la que malinterpretamos una hemiplejia con un intento hilarante del Amalio de bailar breakdance con el consiguiente craquelado de la cadera. Por fortuna, la ambulancia del hospital cercano siempre está al quite, aunque los Técnicos de Emergencias Sanitarias que la pilotan no parecen disfrutar de estas situaciones tragicómicas. Tampoco fue desdeñable aquella Fiesta de Miss and Míster Camiseta Mojada Vintage, ellas sin sujetador y ellos en gayumbos desfondados. Decidimos invitar como público a nuestros nietos, engatusándolos con falsas promesas de droga porro. Algunos vomitaron. Por no hablar del reparto semanal entre el personal de la disco de los objetos perdidos que se guardan en el guardarropa. Aquello es un cajón de sastre: patucos  antiescaras, resistentes cortaúñas para los pies, dentaduras postizas, linimento Sloan,  frascos de colonia Varón Dandy , surtidos variados de pastillas para diversas miserias que nos tragamos como gominolas,  algún peluquín, una retina desprendida, etc. Tecnología, poca, salvo audífonos y un walkman con una cinta de la banda sonora de la película Fame.

Penélope senior es nuestro refugio en el que, entre toses, incontinencias de la vejiga, adherencias precarias de las dentaduras y ajustes de faja y suspensorios, podemos rememorar aquellos tiempos en los que éramos capaces de bailar a Kurtis Blow sin correr el peligro de que se nos desatornillasen las prótesis. No dudéis en acudir a mi espectáculo si pasáis por Benidorm. Decidle al Mayki, el segurata tullido de diabetes, que vais de mi parte. Igual os da un bono de un 20% de descuento para la primera copa de Calisay.

jueves, 9 de diciembre de 2021

La pistola

 

Nunca antes había visto una pistola. Me la enseñó Emaús Juste en uno de los reservados de la discoteca de su padre. Emaús era el hermano pequeño de Luisa, una compañera de clase. Yo tenía dieciséis años. Él, catorce. Llevaba la pistola debajo del jersey, entre la cintura del pantalón y su barriga. La pistola tenía el cañón plateado y la culata negra. Recuerdo que en ese momento sonaba “I shot the sheriff” de Bob Marley. La discoteca del padre de Emaús estaba enfrente de la Comisaría Central de la Policía Nacional. En la discoteca se pasaba droga, sobre todo costo y coca. Pero es que el padre de Emaús era fascista y tenía bula.

La discoteca del padre de Emaús -no recuerdo su nombre- era cojonuda, un antro inspirado en la estética de “La naranja mecánica” de Kubrick en el que bebíamos cerveza gratis a pesar de ser menores de edad. Predominaba la luz negra y había unos maniquíes femeninos de cuyos senos manaba un sucedáneo decorativo del Moloko Vellocet. A esa edad, entre semana, tenía que regresar a casa antes de la diez, por lo que nunca vi la pista llena. A esas horas sólo pasaban por ahí algunos compradores de chocolate o farlopa y polis de la comisaría que se entonaban antes de empezar el servicio. Entre los habituales estaban los miembros de la Brigada 26, unos cabronazos que se dedicaban a atizar a maricones, negros, rojos y demás chusma sin mayor pretexto que la higiene social. Policías de ley que antes, durante y después de cumplir con sus deberes, altísimos de anfetamina, se iban gratis de putas al barrio chino.

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Emaús y yo nunca llegamos a ser grandes amigos. Yo empecé la carrera y me distancié de algunos de los conocidos del colegio. Nos encontrábamos de vez en cuando y la verdad es que, a pesar de tener pocas cosas en común, nos caíamos bien. Emaús era un tipo inteligente, cariñoso, muy perspicaz y divertido. Cuando nos veíamos nos fumábamos algún porro que otro, aunque a él se le quedaban cortos. Por entonces ya se metía caballo. Pasado el tiempo, le perdí definitivamente la pista.  

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Luisa y yo nos vimos hace poco. Coincidimos en la fiesta de cumpleaños de una amiga común. Me contó que antes de morir, Emaús salía y entraba de la cárcel con alguna frecuencia. No quise preguntarle de qué había muerto y la conversación derivó hacia temas ligeros, anécdotas del cole y demás. Luisa estaba estupenda.

 

Formentera 1999

Advertencia. Contenido adulto: lenguaje soez, desnudez, drogas, racismo, machismo, niños manipulados, violencia. Formentera era el puto pa...