miércoles, 18 de marzo de 2020

Hoy alternan las nubes y los claros


18/03/2020. Quinto día.

Hoy alternan las nubes y los claros y parece que se despejan un tanto las brumas apocalípticas.

1
Me ha crecido el pelo. A mí el pelo me crece de un día para otro. Mi madre siempre me dice que es el mejor pelo de la familia. Tampoco lo tengo muy difícil: mi padre y mi hermano están calvos. El problema es que el pelo me crece hacia arriba, a lo afro. Me quedan dos soluciones: o dejármelo crecer sucio y que caiga por el peso de la mugre y los parásitos o gastar el salvoconducto de la peluquería. El gobierno catalogó los estancos y las peluquerías como comercios de interés ciudadano. Es comprensible, porque hay que evitar que las calles se llenen de jipis desgreñados  sin filtros ni papel.

2
He subido a la azotea, a ver si me daba el aire, y me he encontrado con un vecino que me ha saludado de lejos y ha huido escaleras abajo como alma que lleva el diablo. Son muy extrañas estas reacciones. Este mismo vecino, hace cinco días, era de los que te abrazaban mucho y te hablaban desde muy cerca rociándote de monaguillos. Ahora no sale a tirar la basura sin escafandra. De manera que me he quedado tranquilito, dando unas vueltas alrededor de la terraza y escuchando un podcast muy interesante de un tipo que dice que de esta no salimos, que todo es un complot entre los ayatolas, el grupo Bilderberg y los darwinistas. Y de repente, sin que viniera a cuento, han repicado las campanas de Santa María del Mar mientras una serie de ciudadanos montaban una cacerolada desde sus balcones. Algún sentido tendrá todo esto, pero no sabría decir cuál. Por cierto, aborrezco las caceroladas y las batucadas, aunque sean por una buena causa.

3
Mi hija se llevó a la perrita al pueblo. Echo de menos a la perrita. También a Mago, mi entrañable perromierda, que se fue a olfatear culos celestiales. Si la perrita estuviera aquí podría dar largos paseos con permiso gubernamental. Necesito pasear. Las peores ideas, que son las que me gustan, se me ocurren siempre de paseo. Además, es el único ejercicio que hago. Pensé en subir en ascensor hasta el último piso y bajar las escaleras con cuidadito, pero me han comentado que eso no sirve demasiado. Tampoco parece conveniente agarrarse con fuerza al pasamanos, por aquello de los vértigos, porque está infestado de bichos Covid. Y gratificarse en solitario sin parar, al final aburre. A partir de mañana voy a hacer un tutorial de yoga asthanga que he encontrado en youtube. Lo dirige un nativo de Alaquas que dicen que es el nuevo Osho.

Epílogo
Un amigo me ha escrito y me comenta  que lo de las peluquerías ya no es así, que también están cerradas. También me dicen que van a cerrar las zonas comunes del edificio. Como esto siga así acabaré gordo y peludo, como Demis Roussos. Y con las uñas largas de Fu Manchú, las cejas de Leonidas Brezhnev  y la boca y los dientes negros como un panteón. Pero esto último por dejadez y cierto gusto por la estética decadente, ojo (echo mano de referentes generacionales porque ahora todos se depilan y casi todos se cortan las uñas).

A lo mejor empiezo a fumar.

P.D: “Oh mama, esto puede ser el fin, atascado con el blues de Menphis y sin poder salir”.

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