jueves, 19 de marzo de 2020

Nublado


19/03/2020 Sexto día. San José

Lo de la cacerolada de ayer fue para pedir que el Rey golpista Juan Carlos devolviese los cien millones que ha robado y los ingresase en la Seguridad Social para ayudar a acabar con el virus. Sesenta y cinco millones ya se los gastó en puta, y el resto me imagino que también, quizá en plural.
¡Estos borbones! Son como chiquillos. Es lo que tiene procrear con primas hermanas, que luego  la progenie sale seca de seso. Que no de semen (los varones, se entiende) porque riegan por aspersión cuanto coño se les pone a tiro.
Pero de esto ya escribí mucho hace treinta años y me aburre.

1
Si lo llego a saber me compro un telescopio, porque de lo que alcanzo a ver desde mi terraza poco puedo contar. Las calles, desiertas. Todo cerrado. La vecina que lleva dos días sacando brillo a la barandilla de su balcón. La ha dejado como una patena. Yo creo que lo hace porque es de las más activas a la hora de aplaudir y cacerolear y quiere que todos veamos lo limpio que lo tiene todo.
Con un telescopio puede que viese algo más detrás de las ventanas. Quizá un asesinato, como James Stewart en La ventana indiscreta. O ver caer a los suicidas que sin duda comenzarán a lanzarse al vacío dentro de pocos días. O niños amordazados y atados a las sillas por sus padres. O padres amordazados y atados a una silla por sus hijos. O chicas en topless encerando la encimera de su cocina. O jóvenes desnudas enjabonándose y duchándose con una manguera en la azotea… Me da la impresión de que esto se me ha ido de las manos.

2
Hasta las gaviotas parecen alicaídas e inapetentes. Hoy he visto como compartían una paloma atropellada entre tres. ¿Y qué será de las palomas vivas sin abuelos que las alimenten? ¿Y de los arbolitos de los parques sin jardineros que las rieguen? Me imagino que habrá un plan de contingencia para estos asuntos. De no ser así, la naturaleza saldría adelante y acabaría por devorarnos. Las palomas buscarían ventanas abiertas para entrar en nuestros hogares y devorarnos los ojos. Las raíces de los árboles levantarían el asfalto de las calles, buscarían agua en las tuberías y acabarían empalándonos en el váter cuando nos sentásemos a cagar. La verdad es que me encanta este panorama.

3
Mi hijo está en Budapest. Trabaja en la embajada de Ecuador. Comparte piso con un húngaro y dos turcos. Contado así parece el argumento de una sitcom. El caso es que le convencimos para que volviese unos días a casa. Cuando nos confirmó que ya tenía el billete de avión, nos acercamos a un súper que tiene mucha variedad de comida vegana. Mi hijo no come carne. Así que cargamos el carro de hamburguesas verdes, nuggets de espinacas y tofu. Y va hoy y el capullo nos dice que prefiere quedarse a currar, no vaya a ser que después no pueda regresar. Nos va a tocar comer y cenar toda esa mierda repugnante durante una semana.

4
Y en estas estaba yo, alicaído e inapetente cual gaviota, cuando un tipo ha comenzado a tocar el trombón. Al poco, otro se le ha unido con un clarinete. Después, un tercero con un tambor. Y así hasta montar una orquesta en condiciones que tocaba acompasada de un balcón a otro. Es cierto que en Valencia das una patada a una piedra y te encuentras a un músico debajo. Ha sido bonito y emocionante, la verdad.
 Una vecina se ha asomado al balcón vestida de fallera. Supongo que hará la ofrenda online. Otra, una niña, ha salido con una tarta de cumpleaños y todo el barrio le ha cantado el cumpleaños feliz. Y después, de postre, el Resistiré del Dúo Dinámico, una canción que, por lo que sea, siempre he aborrecido.  Me gustaría acercarme a la plaza del Rosario, a ver como lo llevan los gitanos. Si aquí estamos de juerga aquello será un pandemónium.

Mañana, lo malo.

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