25/04/2020 Cuadragesimotercer día.
Mi hermana me manda este Whatsapp: “¿Puedes decirme una de
tus canciones preferidas? Me estoy haciendo una playlist de personas interesantes. Sólo una cada uno”.
Yo, que soy muy de listas, le he contestado: “Déjame un par
de años y lo decido. O por lo menos un rato. Y yo no soy interesante. Me
imagino que te refieres a los intérpretes”.
Y al cabo de un rato: “¡Imposible!”.
Lista, según la RAE, es: “Enumeración, generalmente en forma
de columna, de personas, cosas, cantidades, etc, que se hace con determinado
propósito”. Por lo que una lista de un solo elemento no es tal.
La lista de canciones la hará mi hermana con las
aportaciones de las “personas interesantes”. Yo añadiré un título que me
costará mucho elegir. Es como el famoso
Cuestionario de Proust, en el que has de contestar con una sola respuesta a cada
una de las preguntas. Un reto imposible para personas dubitativas o polipolares
como yo. Sí que es verdad que hace tiempo que me decidí por el Levante U.D.
como equipo de fútbol , el negro como color (no lo es exactamente) y el cero
como número (creo que es par). Pero no sabría elegir un libro, una película, un
árbol o un pájaro, por ejemplo. Hasta puede que no te guste nada de nada. O una
sola cosa. Conozco a un tipo que a casi todo contesta: “Mis cojones”. Pues eso.
Pero yo adoro las listas. Sobre todo las de cosas
pendientes. Me pone burro ir tachando lo que voy haciendo. Y lo que no resuelvo,
confío en que se olvide y ya está. También me gustan las aleatorias, casi
automáticas, en las que relaciono sabores, aromas, objetos, recuerdos y
lugares. Son listas azarosas y que sólo tienen sentido para mí. Por eso considero
que ordenar es algo muy personal, puesto que cada cual lo concibe de una forma
distinta. Creo que hay una tipa japonesa que se ha hecho famosa por dar
consejos sobre cómo apilar los calcetines en un cajón o los billetes en la caja
fuerte. No lo entiendo porque no existe un método universal de orden. Y nadie
me ha de enseñar el modo de emparejar mis calcetines (todos son iguales) o de
cómo amontonar mi dinero (me gustan los rulos atados con una gomica).
Dicho esto, qué curioso resulta que a la gente, con algo de
tiempo libre por delante, le haya dado por hacer listas de buenos propósitos y
ordenar la casa. Si todo va bien y el próximo diez de mayo podemos regresar “escalonadamente”
a la “nueva normalidad”, veremos lo que
duran los buenos propósitos y el orden en los cajones.
Le voy a pedir a mi hermana que me pase la playlist. Tengo mucha curiosidad por
escucharla.
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