miércoles, 1 de abril de 2020

La oficina


01/04/2020 Decimonoveno día. Esta tarde asoleó un poquito.

Una banda compuesta por editores, diseñador, amigas y amigos altruistas, colaboradores generosos e impresores sacamos cada seis meses Nostromo, la mejor revista de todos los tiempos.

Pues bien, el consejo editorial, que se reduce a tres desequilibrados con graduación, se reúne de vez en cuando en su oficina, un incomparable antro regentado por amigos chinos y cuyo nombre y razón social omitiré para que no se nos una mi lector, un tipo con pretensiones intelectuales al que quiero y respeto pero que es un poco bocas. No queremos que se corra la voz y aquello  pierda su genuino aroma. Nuestro Café Gijón particular concita todas las características que un esteta decadente puede desear.  Nuestra oficina es extremadamente cutre. En realidad, cuesta encontrar una palabra que defina con exactitud tal compendio de atractivos despropósitos. En su decoración conviven objetos castizos, como trofeos de campeonatos de dominó o escudos de clubes de fútbol, con algún farolillo chino y botellas de licores exóticos, rotuladas con kanjis, en las que reposan cauterizados reptiles añejos. También hay un acuario, quizá la pieza más inquietante del local, en el que, a través del cristal opaco de roña, se intuyen las sombras de algunos peces albinos por la falta de luz natural, como los caimanes de las alcantarillas de Nueva York. Estos peces son repuestos cada poco tiempo, a medida que mueren aburridos o se suicidan. El dueño del bar, al que llamaremos Paquito, es un buen hombre que trabaja de sol a sol y que tiene algo de cariño por los peces, así que les ha colocado tres botellas de plástico cortadas por la mitad con la intención de que se entretengan. Los peces entran y salen de las botellas por hacer algo, pero a menudo se quedan atrapados dentro y la palman por inanición, porque las virutas de comida que les echan se quedan en la superficie y no encuentran la manera de llegar hasta ellas. Es un espectáculo hermoso e instructivo, según se mire. En nuestro garito no se sirven comidas a no ser que te tengan confianza. Paquito sólo cocina para él y su familia, de la que hablaré dentro de unas líneas. ¡Pero cómo cocina Paquito! Nada de cocina china al uso. Sus verduras rebozadas son inigualables y sus tallarines dionisíacos. Un día le vi cocinar un arroz con galeras y el aroma que salía de la cocina me elevó a estratos sobrenaturales. Bien es cierto que la limpieza de la cocina no parece idónea. Bueno, ni la del resto del local. Los tres miembros del consejo editorial podemos constatar fehacientemente que hay rincones del local que no conocen la fregona. Cuando la mugre tiñe las paredes, la pintan por encima y se acabó. Hay interruptores fosilizados y enchufes sellados tras varias capas de camuflaje. En la barra tan sólo hay bollería industrial plastificada y una tortilla de patatas que siempre es de anteayer. Y cacahuetes, eso sí, de excelente calidad.  Detrás de la barra esta la mujer de Paquito, una china joven y guapa que no pega ni chapa. Su única función, que sepamos, es controlar a los beodos que se olvidan de pagar. Paquito y su mujer tienen dos hijos, niño y niña. Cuando vuelven del cole se sientan en una mesita que está pegada a la cocina y esperan que su padre les traiga algo de comer. Nunca les hemos visto ayudar en el bar ni hacer los deberes. Se limitan a sentarse, sacar el móvil o la tableta y dejar que pase el tiempo escuchando los comentarios estridentes de algún youtuber chino. Pero  lo mejor  de este paraíso de ensueño son sus parroquianos, a los que ya no somos ajenos y que nos ofrecen día tras día el mejor de los espectáculos posibles, aquello que se ha dado en llamar el circo de la vida. Si Dios ha tenido a bien hacerte tocar fondo, este es tu lugar en el mundo. Pero estos asuntos los dejaré para otro momento, cuando no sepa de qué hablar.

Estoy cansado porque, como dije, el teletrabajo es un timo. ¡Cómo echo de menos los vinitos de redacción en el bar de Paquito! Creo que es lo que peor llevo de esta cuarentena.

3 comentarios:

  1. Conozco el lugar, me llevásteis una vez hace unos meses, quizá un año. Todavía no he logrado sacar el olorazo a acituzo requemao de la ropa que llevaba yo ese día. Qué recuerdos de otros tiempos!

    ResponderEliminar
  2. Conozco el lugar, me llevásteis una vez hace unos meses, quizá un año. Todavía no he logrado sacar el olorazo a acituzo requemao de la ropa que llevaba yo ese día. Qué recuerdos de otros tiempos!

    ResponderEliminar

Formentera 1999

Advertencia. Contenido adulto: lenguaje soez, desnudez, drogas, racismo, machismo, niños manipulados, violencia. Formentera era el puto pa...