13/05/2020 Sexagesimoprimer día.
Esta mañana he escrito un rato (digamos que) por encargo. Se
trata de un álbum ilustrado para niños listos con un planteamiento muy
sencillo. En un edificio de cuatro pisos conviven diez vecinos. Por el día
espiamos sus vidas. Por las noches descubrimos sus sueños en los que nos
revelan sus ilusiones y sus temores.
Los personajes tienen papeles muy definidos. Otilo y
Clotilia, matrimonio de cotillas. Enzo, que padece Síndrome de Diógenes. Lucas,
alias Lord_Luke_79, gamer. A.J, un
misterioso inquilino al que nadie ha visto nunca. Lola y Pepa, dos chicas
jóvenes que son pareja. Bosco, hippie.
Olivia, estudiante y DJ. Y Cayetano, un pijo de marca.
Me ha encantado trabajar sobre ideas establecidas, quiero
decir que he intentado describir a los personajes de un modo superficial, sin
aristas ni trasfondos. Incluso al vecino misterioso le he creado un rol
reconocible. Será después cuando las ilustraciones de los sueños nos desvelen
sus facetas más ocultas y personales.
Es curioso, pero llevo días dándole vueltas a la misma idea
pero utilizando a los personajes que veo desde mis ventanas. Estos días me han
dado para inventarme las vidas de los vecinos de los edificios de enfrente y de
algunos transeúntes habituales. Lo malo es que, a diferencia de los personajes
del álbum, a todos mis vecinos los imagino, en el mejor de los casos, embutidos
en látex negro y troceando bebés. A esa pareja, necrófilo él necrófaga ella, que
forman un gran equipo. Al septuagenario zoófilo. Al afiliado al PCE que gusta de
olfatear despojos quirúrgicos mientras escucha marchas militares. O a ese tipo
amable con el que me cruzo durante el paseo de las ocho pero que creo que es de
Madrid.
Simpáticas historias que quizá no sean más que el reflejo de
mis propios anhelos.
Tendré que buscar a un ilustrador sensible y naif que sepa
transmitir toda esa inocencia.
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