martes, 12 de mayo de 2020

Hobbies


12-05-2020 Sexagésimo día.

Mi abuela, al enterarse de que me proponía estudiar Bellas Artes, me dijo: “¿Cómo que Bellas Artes? Eso no es una carrera, eso es un hobby (ella decía “obi”). Tú lo que tienes que estudiar es Derecho o Periodismo, que son carreras serias”. No sé de dónde se sacaría mi abuela que Periodismo es una carrera seria. Bueno, ni Derecho. Quizá tuviera razón y ahora frecuentaría otros ambientes finos, como clubes de golf o whiskerías, en lugar del bar de Paquito. Hasta puede que tuviera una docena de corbatas, cuatro o cinco pares de zapatos y una fuerte adicción a la cocaína. Pero en lo que nunca estuve de acuerdo con mi abuela fue en que considerase la pintura como un hobby. Yo siempre he dibujado y pintado por necesidad, no como afición. Y cuando no puedo hacer ni una cosa ni la otra, escribo. Lo bueno de cualquiera de estas actividades es que puedes realizarlas sin salir de casa, a no ser que escribas y pintes en muros. Aunque también es cierto que lo que para uno puede ser un entretenimiento para otros es su profesión, como para Ferrán Adriá la cocina o para el Rey Juan Carlos I el golpismo de salón, el putiferio o el latrocinio.

Según la RAE, hobby significa: “Actividad que, como afición o pasatiempo favorito, se practica habitualmente en los ratos de ocio”. La verdad es que la definición abarca un abanico tan amplio de actividades que cuesta ponerle límites. Las hay de exterior como el balconing , de interior como la elaboración de metanfetamina azul o las que combinan ambas facetas como el rapto de adolescentes y su tortura posterior en el sótano. Pero estos días el foco se ha centrado en las actividades que se pueden realizar en casa dentro de la legalidad. Se han recomendado libros, series, películas y videojuegos. También diversas maneras de mantenerse en forma sin necesidad de ir al gimnasio o salir a correr. Incluso viajes virtuales mediante el Google Maps. El parchís, los mandalas y los cuadernillos Rubio han hecho furor entre nuestros abuelos. La chavalería, por su parte, ha optado por la antropología y el empirismo, demostrando de manera incuestionable que entre la especie humana es muy infrecuente el infanticidio. Y mi amigo Arturo ha montado puzles de mil quinientas piezas, lo que manifiesta que:

1-      Está tarado.
2-      Tiene una casa grande con una mesa grande que no utiliza para comer.
3-      No tiene gato.
4-      No le gusta escribir, ni el dibujo ni la pintura.

Le he llamado para preguntarle qué coño pensaba hacer con los puzles y me ha dicho que al menos uno de ellos pretende enmarcarlo y colgarlo en el cuarto de baño como recuerdo de estos días. Lo que me ha me ha llevado a pensar en esos puzles de paisajes alpinos desvaídos por el sol que cuelgan de algunas paredes de restaurantes de la costa mediterránea, que me gustan casi tanto como me apenan.

De todos modos, me da la impresión de que los hobbies requieren la atención sin prisas de quien los practica, bien sea apostar en las peleas de gallos, meter un barquito en una botella o, con el tiempo y maña, meterlo en cualquier otro orificio. Y también me da que en los tiempos de la multitarea y la impaciencia este tipo de hobbies subsistirán gracias al frikismo, la nostalgia, la degeneración o el vicio. Como casi todo.

Lo siento Arturo: tu puzle recién terminado es ya un objeto vintage.



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